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Una visita al Observatorio Astronómico y museos del Colegio San José

por Corina A.

Observatorio Colegio San José

Como en los últimos dos años, participé nuevamente de la Noche de los Museos, un evento cuya idea nació en Berlín, celebrado en más de 30 ciudades del mundo, y que los porteños (y también los turistas), pueden disfrutar todos los noviembres desde el año 2004.

En esta ocasión, el lugar elegido fue el Colegio San José, ubicado en pleno corazón de Balvanera, justo al lado de la iglesia que le da el nombre al barrio. El mismo fue fundado en 1858 y en la actualidad es Monumento Histórico Nacional. Sólo se abre al público para esta velada.

Todo el recorrido fue realizado en forma de visita guiada, en grupos de 15 personas.

En el Museo de Ciencias Naturales, que data de 1880, pude apreciar una variedad de animales embalsamados, insectos y minerales. Su acervo era enriquecido cuando Perito Moreno (ex alumno del Colegio) traía piezas con frecuencia; más tarde, por donaciones de familiares de alumnos.

Conocí la Biblioteca, integrada por 60000 volúmenes. Cuenta con libros dedicados por los autores a la institución, ejemplares en diferentes idiomas, de distintos temas, de mucha antigüedad y también modernos. Dos curiosidades a resaltar: el libro más antiguo que posee es de 1738 y se exhibe una copia del primer número del Diario La Nación.

Y asimismo, recorrí la Sala de Antiguos Instrumentos, que recrea un viejo gabinete de física, hecho con materiales lujosos (pues en aquella época había que “ensalzar la ciencia”) y consta de una colección de instrumentos mecánicos en su totalidad, de astronomía, geodesia (ciencia que trata de la forma y de la dimensión de la Tierra), meteorología, acústica y electromagnetismo de finales del siglo XIX. Algunos ejemplos: microscopios, una esfera armilar (aparato demostrativo que tiene los diferentes planetas y muestra sus conjunciones, utilizado para astronomía y también para astrología), termómetros, barómetros (para medir la presión atmosférica), relojes solares y pude asistir a una demostración del funcionamiento de un telerium: aparato que permite, iluminando el sol, ver las diferentes fases de la Luna y los eclipses, desde la Tierra.

Se incluyó la visita a la Torre del Observatorio Astronómico. La misma fue utilizada como puesto de observación y fue ocupada por tropas, en los intentos revolucionarios de 1880 y 1890. En 1982 el Observatorio se sumó a la comunidad de observatorios amateurs y en 2002, fue distinguido por el Honorable Senado de la Nación como “de Interés Científico y Cultural”. Hoy forma parte de la Red de Museos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El acceso a la Torre, se realizó por escalera (de construcción angosta y empinada), y equivale a 10 pisos. ¡Todo un desafío! Los 10 pisos, la posición de la escalera y el calor, no me amedrentaron para subir. Pude ver la Luna en cuarto creciente a través de un telescopio de 1913.

No apto para debiluchos. Recomiendo para la próxima Noche de los Museos, si quieren visitar este sitio: llevar zapatillas, ropa cómoda y mucho ánimo.

Una sola queja al respecto: tuve que bajarme sola de la Torre, ya que ningún príncipe vino a rescatarme...

En particular, fue una buena oportunidad para conocer el patrimonio histórico de un colegio tan espléndido. Y, en general, la Noche de los Museos es un acontecimiento único, en el cual la cultura es accesible a todos, por ese motivo, conviene no perdérselo.

Efectivamente, la noche fue de los museos.


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