top of page

Un paseo por la infancia: una visita a la Casa Fernández Blanco

  • por Corina A.
  • 3 ago 2012
  • 2 Min. de lectura

La Casa Fernández Blanco (Hipolito Yrigoyen 1420, Monserrat, CABA) es una casona imponente y suntuosa, de estilo neorrenacentista, que data de 1860, tiene veintiocho habitaciones (casa chorizo) y se encuentra en restauración. En esta propiedad vivió Isaac Fernández Blanco durante veintiocho años con su familia, quien fue coleccionista de arte hispanoamericano y amante de la música. Esta casa se constituye hoy como segundo Museo de Arte Hispanoamericano (el primero está en Suipacha 1422, llamado Palacio Noel y dedicado al arte colonial), aunque otrora aquí fue la primera sede del museo que lleva su nombre y el primer museo privado que hubo en la ciudad de Buenos Aires. Esta sede está destinada a exponer colecciones de artes aplicadas de los siglos XIX y XX.

Casa Fernández Blanco

En cuanto al inmueble en sí, el mismo posee ornamentos vegetales, vitraux, un lujoso mobiliario original y un refinamiento extremo. Las obras de restauración comenzaron en 2002. Sus primeras salas de exhibición permanente están dedicadas a la colección de muñecas del período 1870-1940 de Mabel y María Castellano Fotheringham quienes las donaron al museo. "Había una vez...", tal es el nombre de la muestra, nos invita a entrar en un mundo de magia a la manera de un cuento. Se inicia con fotograrías de niñas con sus muñecas, un gran pesebre (el cual se relaciona con el nacimiento), trajes de bautismo y disfraces antiguos que permiten apreciar la evolución de la moda infantil. Luego nos vamos adentrando en la colección de muñecas -ordenada cronológicamente según su salida al mercado y que aparece en vitrinas en forma de casitas-. La muestra consiste en muñecas confeccionadas con distintos materiales, títeres, casitas de muñecas, pequeños muebles de estilo como roperitos y sus primorosos ajuares, camitas, muñequitas maniquí, maquinitas de coser, vajilla fina en miniatura... Hasta una niña prodigio tuvo su muñeca: hablamos de la muñeca Shirley Temple. No faltan los bebés de carácter con distintas expresiones en sus rostros. Debido al despertar del interés por lo étnico en aquellos años también encontramos una muñeca negra, una china y otras con diversos trajes regionales. Podemos observar la curiosa muñeca de tres caras (esa particularidad se consigue mediante un mecanismo especial), cajitas musicales con muñecas en su tapa, muñecas de pañolency. Un lugar importante aquí tiene la muñeca Marilú que marcó una época fabricada inicialmente en Alemania y luego en Argentina, que ya era articulada. Las muñecas casi en su totalidad son provenientes de Francia y de Alemania. Hay que tener en cuenta que en esos tiempos las niñas jugaban a las muñecas hasta los catorce años, después se casaban. El juego con muñecas les servía de aprendizaje para luego cumplir su función materna. De ahí su importancia. Un paseo colmado de inocencia y fantasía.

Comentarios


bottom of page