Una plaza, mucha historia
- por Corina A.
- 8 feb 2014
- 3 Min. de lectura

Tantas veces pasamos por la Plaza Lavalle para ir al centro y sin embargo no reparamos en todas las atracciones que tiene y tampoco en los sitios particulares que la rodean. Esta plaza, ubicada en el barrio de San Nicolás, lleva su nombre, desde 1878, en honor al General Juan Lavalle (quien estuvo a las órdenes del General San Martín y tuvo una muerte extraña sobre la que existen diferentes versiones). En realidad la plaza está a su vez dividida en tres. Antiguamente era conocida como los "Huecos de Zamudio", pues el terreno pertenecía a la citada familia. Por el mismo pasaba el Arroyo del Medio. Luego fue parque de artillería y proveía al ejército nacional de armamento. También en este terreno hubo un bello palacio en el medio del mismo: paradójicamente era el Palacio Dorrego Miró (teniendo en cuenta la enemistad entre Lavalle y Dorrego, el último fusilado por órdenes de Lavalle), que en algún momento fue demolido. Debido a aquel odio -dice una leyenda- el monumento a Lavalle fue erigido en la plaza a muchos metros de altura para que no fuera visto desde la residencia de los Dorrego. Asimismo, funcionó en este predio el primer parque de diversiones de Buenos Aires el cual contaba con circos (en donde actuó Frank Brown), juegos y estacionamiento para carretas. La primer calesita de Buenos Aires, tirada a caballo y de origen alemán también estuvo aquí. El teatro argentino nació en los circos, de donde provino José Podestá, por tal motivo se encuentra en la plaza un busto del actor en su representación más importante: Juan Moreira. Además, podemos observar el Monumento al Fútbol (muy cerca se encuentra la Asociación de Fútbol Argentino). En otro lugar de la misma, se rinde homenaje a través de una escultura a dos de los bailarines del Teatro Colón integrantes de la compañía que murieron en un trágico accidente aéreo en 1971. Los músicos de la orquesta del Colón también tienen un espacio reconocible con una obra muy singular que asemeja atriles pero que en lugar de partituras tienen pasto sembrado. No podemos dejar de mencionar al Histórico Ceibo de Jujuy plantado por Torcuato de Alvear en 1878 que aún se preserva en la plaza, siendo su flor la "flor nacional argentina". El partido radical también surge en este sitio, de una lucha armada contra el presidente Juárez Celman (revolución armada de 1890), con Leandro Alem a la cabeza. El armamento se tomó de allí cuando fue parque de armas y por ello la revolución sucedió en esta plaza. Un detalle de color: las boinas blancas nacieron para diferenciarse del ejército nacional. El recorrido de la primera locomotora, La Porteña, se iniciaba en este espacio, saliendo desde donde actualmente está ubicado el Teatro Colón y llegaba hasta Floresta. La mencionada locomotora hoy se encuentra en el Museo de Luján y está restaurada. Rodeando la plaza podemos ver: el Palacio de Justicia (construido desde 1905 por el arquitecto francés Maillard, cuya obra culminó en 1942), el Teatro Colón (el cual antes de tener la actual ubicación estaba en Plaza de Mayo, construido por tres arquitectos: Tamburini, Meano y Dormal sucesivamente, de ahí su mezcla de estilos, remodelado en 2012, año en el cual también se construyó frente a él la actual Plaza del Vaticano, antes Pasaje Toscanini, hoy plaza seca en donde se realizan espectáculos), el Conventillo de las Artes (sobre la calle Libertad, fue un sitio de actividad jurídica y luego se convirtió en un centro de estudio y exposición de diversas artes), el Instituto Libre de Segunda Enseñanza (colegio secundario privado, dependiente de la UBA que fue un desprendimiento del Colegio Nacional Buenos Aires y cuenta con los mismos programas) y la Escuela Presidente Roca (de 1905, escuela primaria, una de las más antiguas de la ciudad, con estilo de templo griego) entre otras construcciones. Es una imperdible visita para recordar y aprender sobre nuestro pasado, evocando atributos porteños característicos como los teatros, la arquitectura y la historia.
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