El Zanjón de Granados, un lugar envuelto de misterio
- por Corina A.
- 12 abr 2018
- 3 Min. de lectura

Corría el año 1985 y un empresario compraba el lote ubicado en Defensa 755 del barrio porteño de San Telmo. Proyectaba instalar un restaurante y una galería de arte en ese terreno.
Por accidente (un derrumbe) descubrió un sistema de túneles y una serie de objetos arqueológicos. Decidió convertir la finca en un museo privado del cual es el director.
Se removieron toneladas de escombros. Fue el primer estudio sistemático sobre la vida cotidiana desde la arqueología para la ciudad de Buenos Aires y lo realizó el arquitecto y arqueólogo Daniel Schavelzon. La restauración comenzó en 1986 y culminó en 2003. Hay vestigios históricos en las distintas capas de tierra.
En las barrancas del Zanjón se sitúa la primera fundación de Buenos Aires en 1536. Este Complejo se ubica en la última manzana de la zona sur de la ciudad fundada en 1580 por Juan de Garay (segunda fundación). Era la última porque por esta manzana corría un arroyo.
En este tramo, al arroyo llamado Tercero del Sur, límite sur de la ciudad en aquel entonces, se lo conocía como Zanjón de Granados porque las hermanas Granados tenían cerca una pastelería muy famosa. Los vecinos entubaron el río porque se inundaba. Este arroyo desaguaba al Río de la Plata. Hoy corre por debajo de la calle Defensa.
Sobre este en 1830 se construyó la casona para una familia muy adinerada dedicada a la industria del cuero que vivió allí (la familia Miguenz). Eran 5 integrantes, contaban con 23 habitaciones, 3 patios abiertos: el primero para recepción de invitados, el segundo para familia y amigos íntimos y el tercero para la servidumbre (casa tipo pompeyana).
Hay una torre mirador que permitía observar el avance de malones y el movimiento de los barcos en el puerto.
Se encuentra el tanque de agua o cisterna que recolectaba agua de lluvia y la familia por ser acaudalada pudo darse el lujo de tener tortugas de agua que se comían los bichos (recién en 1890 hubo sistema de agua potable). También hay un aljibe.
La casa estuvo toda revocada, una clara señal de riqueza de aquellos tiempos. Tenían 6 esclavos africanos a su servicio. Como detalle de la crueldad de la época hay un pozo de celda de castigo para los sirvientes.
En 1871 comenzó la epidemia de fiebre amarilla en el sur de la ciudad por lo que la familia abandonó la casa. En 1872 se convirtió en casa de inquilinato o conventillo. Fue habitada por inmigrantes, llegó a tener 150 habitantes en total hacinamiento, con sólo 2 baños, se bañaban sólo los sábados por turno… Funcionó como tal hasta 1960. Luego el predio estuvo abandonado hasta 1985 cuando fue adquirido por el actual dueño.
Hoy se combinan elementos antiguos y modernos. Se conservan los ladrillos originales pero se reemplazó el adobe por cemento entre los ladrillos.
Entre los hallazgos se encontraron restos de casitas anteriores a la mansión y objetos como pipas, monedas antiguas, vidrios esmaltados, vajilla y cubiertos entre otras piezas.

Hay un laberinto de túneles en el complejo, construidos hacia el 1780 por familias adineradas que pudieron entubar por cuenta propia el arroyo que pasaba por el lugar, el cual provocaba inundaciones cuando llovía y traía los restos de los animales que se faenaban en las afueras de la Ciudad. Los túneles que se descubrieron formaban la desembocadura, ya que el Río de la Plata, en aquel momento, estaba sólo a 150 metros (la ribera era lo que hoy es la avenida Paseo Colón).
En el subsuelo, además de los túneles y ruinas arqueológicas puede observarse una colección de cuadros del artista Bonifacio del Carril que muestra cómo era la ciudad de Buenos Aires colonial.
Durante la visita guiada es posible descubrir más de cuatro siglos del pasado de la ciudad.
El museo se autofinancia con un salón de eventos y conferencias para albergar hasta 500 personas. Todo un ejemplo de preservación, restauración y refuncionalización de un edificio de valor patrimonial.
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