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Frankenstein o el moderno Prometeo

por Corina A.

Primera Película Frankenstein de 1931

Frankenstein o El moderno Prometeo, o simplemente Frankenstein, la novela de la escritora inglesa Mary Shelley inauguró la ciencia ficción moderna y en 2018 se conmemoraron los doscientos años de su publicación. Al respecto, la Biblioteca Nacional realizó el año anterior una muestra llamada El monstruo de Frankenstein. La exhibición revelaba aspectos poco conocidos de su autora y de su obra, una novela que terminó siendo, como el engendro de Víctor Frankenstein, una criatura hecha de fragmentos de distinta procedencia.

Se expusieron ediciones ilustradas de Frankenstein y los libros en los que se inspiró en ediciones muy antiguas pertenecientes al acervo de la Biblioteca. También estuvieron presentes los textos de los padres de la escritora: de su madre sobre feminismo y de su padre, precursor del pensamiento anarquista. Además de una selección de fragmentos de los clásicos cinematográficos más destacados basados en Frankenstein, afiches de los filmes, historietas y libros infantiles que toman al monstruo como protagonista con mucho humor (porque según dicen hasta los malos que más asustan tienen su cuota de dulzura y ternura). La escenografía recreó el espíritu de época y las condiciones de producción del personaje. Aún luego del bicentenario de su publicación, continúa ocupando en el imaginario popular un lugar de privilegio al que esta rememoración rindió homenaje.

Edición de Frankenstein con enmiendas de autora

Acerca del texto, este pertenece al género fantasía, ciencia ficción, enmarcado en la tradición de la novela gótica y abarca temas tales como la moral científica, la creación y destrucción de vida y el atrevimiento de la humanidad en su relación con Dios. De ahí el subtítulo, El moderno Prometeo (sugiriendo de esta manera la principal fuente de su inspiración); el protagonista intenta rivalizar en poder con Dios, como una suerte de Prometeo moderno que arrebata el fuego sagrado de la vida a la divinidad. Según la leyenda, Prometeo se presenta como el escultor de la humanidad, un titán que creó al hombre a partir de la arcilla. Sin embargo, el moderno Prometeo no es castigado por los dioses, sino por su propia creación.

Cómo fue su génesis: durante el verano boreal de 1816, el año sin verano, el hemisferio norte soportó un largo y frío “invierno volcánico” debido a la erupción del volcán Tambora. Una noche oscura, tormentosa y fría, la escritora Mary Shelley con su esposo y un grupo de amigos pasaban la velada contando historias de fantasmas en Villa Diodati, una residencia a orillas del lago de Ginebra, en Suiza. Esa reunión le sirvió a Shelley de inspiración, de germen de la idea (además de una pesadilla que tuvo días después, que también le aportó material para un capítulo).

Villa Diodati mansión que dio origen a Frankenstein

Se basó en las conversaciones respecto de las investigaciones sobre Luigi Galvani y de Erasmus Darwin que trataban sobre el poder de la electricidad para revivir cuerpos ya inertes, descubriéndolo con lo que se conoce como experimentos galvánicos o Galvanismo. La teoría de Luigi Galvani (científico, físico y médico italiano), dice que el cerebro de los animales produce electricidad que es transferida por los nervios, acumulada en los músculos y disparada para producir el movimiento de los miembros. A partir de la publicación de un libro suyo en 1791, el fenómeno galvánico se hizo público, conocido en todo el mundo y comenzó a ser estudiado por gran cantidad de científicos. La teoría recorrió las universidades europeas entre finales del siglo XVIII y primeras décadas del XIX. Los experimentos con animales y hasta con cadáveres humanos, alentaban la secreta esperanza de que, mediante la electricidad, pudieran sanarse enfermedades que provocaban parálisis y aún reanimar un cuerpo muerto. La teoría ha sido abandonada por los científicos, aunque esas experiencias pueden considerarse un remoto antecedente del desfibrilador cardíaco moderno. Desarrolló sin saberlo una parte de la ciencia a la que más tarde conoceríamos como “Neurofisiología”.

La obra tuvo tres ediciones: la original de 1817 (cuando la autora solo contaba con dieciocho años), la modificada de 1818 con la ayuda de su esposo y la reescrita en 1831.

Poco después de Frankenstein hubo varios relatos que utilizaban la inmortalidad como argumento.

Respecto del personaje del doctor Frankenstein, está relacionado con el científico amateur Andrew Crosse quien solía experimentar con cadáveres y electricidad (en aquel entonces una energía apenas estudiada y rodeada de un halo de misterio y omnipotencia). Éste afirmaba crear vida a partir de la electricidad pero nunca llegó a explicar el supuesto fenómeno. Obtuvo una dura oposición científica y religiosa. Se llegó al extremo de celebrar una serie de exorcismos en todas sus propiedades, en sus equipos de trabajo y sobre su propia persona. Cuando falleció su mansión fue quemada.

Recreación living de la epoca B. Nacional

Con referencia al argumento, se narra la historia de Víctor Frankenstein, un estudiante de medicina en Ingolstadt (ciudad ubicada en Baviera, Alemania), obsesionado por conocer "los secretos del cielo y la tierra". En su afán por desentrañar "la misteriosa alma del hombre", Víctor crea un cuerpo a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados. Llamativamente, el relato no da detalles de sus experimentos a fin de que nadie repita tal abominación.

Es importante señalar también que al "Monstruo de Frankenstein", se le conoce en la cultura popular como Frankenstein (puesto que recibió el nombre de su creador por delegación), pero en realidad en toda la obra dicho ser no posee un nombre real, tan solo apelaciones como "ser demoníaco", "engendro", "la criatura", u "horrendo huésped". El nombre de Frankenstein, que se le dio al protagonista, probablemente alude al pueblo del mismo nombre (entonces alemán, hoy en Polonia), donde se extraía plata y oro con procedimientos químicos que comportaron importantes problemas de salud. Otra teoría sostiene que refiere a un castillo donde un alquimista, llamado Johann Dippel, hizo algunos experimentos con cuerpos humanos. Mary Shelley habría conocido el castillo durante su viaje a Suiza.

Con respecto al tema, hay diversas interpretaciones. En cierta forma Frankenstein es una alusión a la perversión que puede traer el desarrollo científico; concebido y escrito durante las fases tempranas de la revolución industrial, una época de cambios dramáticos, detrás de los experimentos de Víctor Frankenstein está la búsqueda del poder divino ya que no hay mayor poder que el acto de crear vida. Así, el total desprecio que muestra Frankenstein por la naturaleza puede ser considerado como símbolo de las fuerzas imperiosas que desata el permisivo capitalismo naciente, que no respeta la dignidad básica del ser humano. De hecho, la rebelión de la criatura contra su creador es un claro mensaje del castigo que deriva del uso irresponsable de la tecnología, siendo el mal solo una consecuencia imprevista de este uso. Porque ese cuerpo animado dejó de ser el centro de las miradas para ser él mismo quien vigila a su creador (quien se sume en la desazón y el remordimiento volviéndose tan infeliz como el producto de su invención). Porque ese ser abominable, paradójicamente, no dejó vivir tranquilo a quien le dio la vida… Como reza un dicho popular: “cría cuervos y te sacarán los ojos”.

Eran tiempos en que algunos científicos llegaban a experimentar incluso en su propio cuerpo y asimismo se profanaban tumbas para conseguir cuerpos y los condenados a la horca eran utilizados luego de su muerte como elementos para diseccionarlos. Era una época signada por ciertos miedos. Las luces y sombras de un tiempo.

Por otro lado, en su momento, la obra fue leída igualmente como una metáfora de la Revolución Francesa, porque se decía que había nacido virtuosa y que había terminado sanguinaria.

Hacia mediados del siglo XIX, a partir de sus exitosas adaptaciones teatrales, Frankenstein cobró popularidad y este nombre comenzó a ser usado como sinónimo de ambición desmedida o para describir nuevas ideas bienintencionadas pero con finales catastróficos.

Una lectura distinta del texto descubre en él, sin embargo, una representación simbólica del embarazo y de los temores frecuentes que las mujeres tenían en tiempos de Shelley de que el nacimiento acarrease consecuencias fatales para la madre o para los fetos prematuros. Así, al igual que su autora, Víctor estaría obsesionado por la idea de que la criatura escapara a su control y pudiera ejercer el libre albedrío en un mundo que le afectaría de una u otra manera. Se argumenta a favor de este análisis que el personaje de Víctor teme, durante gran parte de la novela, que la criatura pueda destruirle asesinando a todos los que él más quiere y aprecia.

Afiche promocional película estreno Argentina

En definitiva, podría decirse que “hay un Frankenstein para cada lector”. Asimismo, “hay un Frankenstein para cada época”, porque el tema se ajusta a los tiempos que corren, se “reaviva” constantemente por los avances científicos en genética, en reproducción, en manipulación de células madre, en trasplantes en general, en cirugía cosmética con el trasplante de rostro, en bioingeniería, e incluso en clonación, que han reformulado preguntas acerca de la “mejora de la calidad de vida” y hasta la fabricación de nuevos seres. Es válido preguntarse si la tecnología se volverá en contra de los hombres como muchas otras creaciones, si tal vez la inteligencia artificial sustituirá a la humana, si será previsible el rumbo.

Frankenstein fue llevado al teatro y al cine en múltiples oportunidades. Las películas cambiaron radicalmente la trama. Se fue desvirtuando la historia desde el primer cortometraje mudo “Frankenstein” producido por los estudios de Thomas A. Edison en 1910, luego en la primera película “Frankenstein” con sonido de 1931, ocurriendo lo mismo en “La novia de Frankenstein” de 1935, también en “El joven Frankenstein” (una comedia de 1974) y así sucesivamente hasta en las más actuales.

Un personaje que del libro a la pantalla cinematográfica, pasó de ser una persona culta y delicada (hasta su transformación por haber recibido el sucesivo repudio social y conocido la crueldad humana), a ser únicamente un monstruo torpe que gruñe. Quizás debido al prejuicio por el cual se discrimina y no se escucha al diferente porque el miedo y el rechazo a lo distinto son cuestiones que trascienden tiempo y espacio y hoy continúan vigentes…


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