Museo de Esculturas Luis Perlotti
- por Corina A.
- 24 sept 2019
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Casi escondida en el barrio porteño de Caballito, se encuentra una casa ubicada en Pujol 644, hoy convertida en museo, que lleva el nombre de un gran escultor y pintor argentino: el Museo de Esculturas Luis Perlotti. La casa fue su residencia y taller. El edificio fue reformado entre 2003 y 2008.
Es un museo autobiográfico, que tiene la misión de preservar, promocionar y difundir su trabajo, pensamiento y dedicación. Originalmente sólo contenía y exhibía obras de su vasta producción y de sus compañeros y conocidos, pero con el correr de los años este primer acervo se fue enriqueciendo, a través de la donación de obras por parte de artistas contemporáneos o de sus familiares, presentándose así también trabajos de diferentes autorías. Algunos de ellos son: Alfredo Yacussi y Juan Carlos Ferraro.
El museo tiene una temática de tradición americanista y principalmente indigenista que se manifiesta en bustos, esculturas y relieves. Pueden verse trabajos que dejó como legado con mucho detalle y en diferentes materiales como cemento, yeso, piedra, mármol, bronce, cerámica y tallas en madera de distintas regiones. Las exposiciones se dividen en temporales y permanentes.
Acerca de Perlotti, había nacido en 1890 y pertenecía a una familia de trabajadores inmigrantes italianos y realizó sus primeros estudios como artesano y escultor. Se graduó como profesor de dibujo en la Academia Nacional de Bellas Artes. Obtuvo importantes premios. Integró un grupo de artistas reconocidos con Benito Quinquela Martín y Alfonsina Storni (a quién le levantó un monumento en Mar del Plata), entre otros.

En sus inicios sus obras no concitaban mayor interés, sin embargo siempre firmó sus realizaciones.
Fue influenciado por Eduardo Holmberg (médico, naturalista y escritor), Juan B. Ambrosetti (naturalista y etnógrafo) y Ricardo Rojas (escritor, historiador y político), para incorporar tradiciones originales americanas a sus realizaciones. El fervor por la ilustración de temas autóctonos se reafirmó en su amistad con el Perito Francisco Moreno, quien se convirtió en una de sus fuentes informativas acerca de la vida, costumbres, tradiciones y cultura de los indígenas.
Realizó viajes por América para inspirarse y con el afán de ser riguroso en su documentación y posteriormente en su creación artística, lo que le permitió valerse del reconocimiento por esa estética que lo destacó entre sus colegas contemporáneos, y que Ricardo Rojas ― principal exponente a nivel teórico en la argentina del pensamiento indigenista―lo nombrara: "El escultor de Eurindia".
El indigenismo y sus propuestas: El periodo comprendido entre 1915 y 1930 vio nacer un conjunto de propuestas ideológicas que reivindicaban las culturas americanas con especial énfasis en el mestizaje. Los pensadores latinoamericanos buscaban reivindicar las culturas autóctonas del continente americano para neutralizar las ideas difundidas desde los principales centros europeos, especialmente París. El pasado indígena e hispanoamericano, representado fundamentalmente por el mestizo, constituía las bases primordiales de nuestro continente. Eran los cimientos que otorgaban la identidad de nuestros pueblos.
Dentro de su producción de corte indigenista podemos encontrar los siguientes ejes: Retratos arquetípicos de las principales etnias originarias; Mitos y leyendas, de la selva y de los andes y El mestizaje.

Los retratos arquetípicos son bustos tallados en maderas autóctonas: quebracho, palo santo, lapacho, etc. En ellos el escultor supo captar los rasgos físicos y las particularidades étnicas creando un arquetipo colectivo de cada pueblo originario.
Desandando los pasos de Perlotti: es importante conocer de qué conocimientos se nutrió para realizar algunas de sus creaciones: las creencias de los pueblos originarios, ritos y leyendas. Estas actividades mágico-religiosas respaldaban la supervivencia del grupo, con celebraciones que reiteraban las hazañas y dificultades que el héroe mítico había superado, para dar nacimiento a su estirpe. Asimismo, este respaldo religioso les permitía sobreponerse a las adversidades climáticas que ponían en juego la supervivencia del grupo. Para ilustrar la importancia de estas ceremonias, el escultor eligió algunos rituales de los pueblos de la región andina y otros protagonizados por los habitantes de la selva.
Del mundo guaraní eligió la leyenda de la Flor del Irupé que ilustra el sacrificio de una doncella transformada tras su muerte en la “Victoria Regia” (también llamada “flor de Irupé” que nace en la selva subtropical, (Irupé en guaraní significa plato sobre el agua), es una planta acuática que se desarrolla en las aguas de numerosos ríos de la Mesopotamia Agentina y de Paraguay). La pieza derivada de esta leyenda se llama Flor de Irupé. La obra refiere a una doncella indígena emergiendo de una flor que representa al personaje principal de la leyenda de la Flor de Irupé.

La danza de la flecha que se celebraba en las proximidades de Cuzco para honrar al Sol; durante el rito una doncella se sacrificaba clavándose ella misma una flecha en el pecho. Esta ceremonia continuó realizándose después de la llegada de los europeos.
La danza del cóndor es un ritual incaico en el que los guerreros participantes imitaban el vuelo de los cóndores al son de la música ejecutada con instrumentos autóctonos.
El mestizaje: Para reflejar el mundo del mestizaje, eligió los personajes más representativos de la sociedad colonial. Dolor indio muestra a un guerrero nativo dominado y vencido por el invasor para señalar el padecimiento de su pueblo por tener que someterse a otra cultura. La Laika Paya señala la aflicción de las mujeres sabias, de aquellas que se ocupaban de curar con pócimas y brebajes el mal que padecía su pueblo, (a través de sus saberes ancestrales), cuando el conquistador la privó de su función.
Además, creó un conjunto de máscaras de cerámica, que pueden observarse en la planta superior del museo, relacionadas con el indigenismo, eligiendo el barro cocido e incorporó el color en una clara alusión a la policromía de los textiles.
También ha realizado obras de gran envergadura para su exposición pública. Existen obras suyas expuestas permanentemente en público en todo el país y especialmente en la Ciudad de Buenos Aires, en donde se encuentra en la Plaza Primera Junta el Monumento al barrio de Caballito (incluye una réplica de la veleta histórica que dio nombre al barrio). La veleta fue terminada luego de su muerte por su discípulo Juan Carlos Ferraro.

Por si todo eso fuera poco, hay muestras en boceto de las grandes esculturas que están exhibidas en distintos puntos de la Argentina y retratos de distintas personalidades históricas. Es muy particular la vista al taller del artista. Asimismo, se pueden observar la muestra Maestros del Tango (obras de Juan Carlos Ferraro) que es muy pintoresca y por todo el espacio se puede apreciar una selección de obras de Alfredo Yacussi, un artista mutifacético que estudió y reflejó los mitos de las Culturas Precolombinas y al mismo tiempo generó otras obras de temáticas urbanas o en algunos casos esculturas, dibujos u objetos que combinan elementos de ambos mundos. Es para deleitarse.
De la Casa Taller al Museo de Esculturas: poco antes de fallecer, en 1969, Perlotti donó su casa-taller a la Ciudad de Buenos Aires para convertirla en museo y todo el patrimonio artístico que se albergaba en ella a la Municipalidad de Buenos Aires. Comenzó a realizar una serie de visitas guiadas que él mismo organizaba, con el propósito de convocar a la comunidad barrial y acercarla al arte y a su obra.
La apertura del museo se concretó en diciembre de 1990 y en 2006 se autoriza la compra del inmueble Casa-taller Ferraro-Battisti ubicada en la calle Nicasio Oroño 556 del escultor Juan Carlos Ferraro, contando con la donación de casi la totalidad de la obra de los artistas Lidia Battisti y Juan Carlos Ferraro (hoy es el Anexo Casa Taller Ferraro-Battisti, un importante espacio de restauración y conservación), con el objetivo fundamental de la creación de un complejo museístico especializado en escultura en el barrio de Caballito.

Hay visitas guiadas que merecen aprovecharse dada la muy buena predisposición del personal. Ideal para todas las edades. Se realizan numerosos talleres y el museo organiza jornadas de artistas plásticos trabajando frente al público periódicamente, concursos de bocetos escultóricos y croquis, y exposiciones temporales dentro y fuera de la sede con el objetivo de difundir el trabajo de escultores contemporáneos. Es el único museo público de esculturas en la ciudad.
Una joya muy interesante para visitar si se tiene poco tiempo ya que es de dimensiones pequeñas en un barrio donde no abundan los museos.
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