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Julio Le Parc. Un visionario

Por Corina A.

Pintura multicolor serie Superficies Julio Le Parc

Julio Le Parc es un pintor y escultor dedicado al arte óptico y al arte cinético (reconocido como el pionero a nivel planetario). Un gran “poeta visual” nacido en Argentina (Mendoza) en 1928, quien a sus 91 años sigue cultivando el optimismo.

El CCK celebró la vasta producción del gran artista con una enorme exhibición retrospectiva, desde julio hasta noviembre, llamada Julio Le Parc. Un visionario y fue numerosamente concurrida.

La selección reunió más de 160 obras históricas y recientes: además de la ya emblemática Esfera Azul, emplazada de manera permanente en el hall de ingreso al CCK, hubo gouaches (acuarelas espesas que lucen opacas), acrílicos sobre tela (produciendo magia con el color y las formas), esculturas lumínicas, inmensas instalaciones móviles espejadas, obras de luz y relieves, creadas para llevar al espectador a la acción, que debe moverse, pulsar botones, acercarse o deambular para interactuar y además contó con un espacio de realidad virtual. Una exposición que atravesó todas sus etapas creativas y se desplegó en varios de los espacios del centro cultural, la mayor que le hayan dedicado en la Argentina y en el mundo.

Pintura serie Modulaciones Julio Le Parc

Se destacaron las modulaciones (pinturas realizadas con aerógrafo, un dispositivo que pulveriza pintura mediante aire a presión), tanto en blanco y negro como en color.

Asimismo pudo admirarse La Larga Marcha, una serie de pinturas ubicadas en una sala circular de manera envolvente que forman parte de los estudios geométricos de color de gran formato en los que trabajó en la década del 70, en donde los diseños cromáticos van insinuando una progresión dinámica. En esta oportunidad, la mejor opción para llevarse un recuerdo completo de la obra fue filmar en vez de sacar fotos. Al respecto, es pertinente citar el poema Mi gran Marcha, escrito por Le Parc en 2014 que evoca múltiples interpretaciones de la obra:

Mi gran marcha

con sus zigzags

sus imprevistos

sus expectativas

sus sorpresas

no lo sabía

pero ella se dibujaba a sí misma

a mis espaldas

ella se dibujaba por mí

La larga marcha Julio Le Parc

En cuanto a sus obras de luz, la mayoría se ubicó en la Gran Lámpara, una sala colgante que se dejó completamente a oscuras para disfrutar los efectos de las piezas que vibran, titilan, se mueven, distorsionan o bailan. Fue posible entrar a un laberinto de espejos o tirarse en un colchón a observar cómo se movían pequeñas piezas reflectantes (como si se tratara de un cielo estrellado).

Pintura serie Alquimias Julio Le Parc

El punto de vista del espectador también se convirtió en clave en Desplazamientos. Aquí la obra cobra sentido cuando el ojo se mueve. Son dispositivos creados con piezas espejadas y fragmentadas, algunas con motor. Lo mismo ocurre en Contorsiones que se activan cuando alguien se acerca a verlas.

En la Terraza de la Sala Sinfónica un conjunto de juegos invitaban a la participación activa, como anteojos para ver diferente, espejos que devuelven imágenes distorsionadas, tiro al blanco y bolsas de boxeo (cada una representando una persona con una profesión distinta) para pegarles y sacarse el stress.

También integró la propuesta ―en una sala aparte en el primer subsuelo y con un cartel de advertencia― una obra colectiva de un grupo del que formó parte y que jamás fue presentada en nuestro país: La tortura, una serie de cuadros realizados en París en 1972 para denunciar la crueldad del accionar de los gobiernos militares en América Latina.

La muestra perteneció al homenaje nacional que se llevó a cabo conjuntamente con el Museo Nacional de Bellas Artes (presentando sus primeras creaciones: acuarelas y pinturas), una instalación móvil en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (una de sus realizaciones más recientes) y el Obelisco de la Ciudad de Buenos Aires con la intervención lumínica de 40 de sus obras proyectadas con la técnica de mapping para la 16◦ edición de La Noche de los Museos. Fue una forma de cumplir con el sueño del artista: una “Le Parquización de Buenos Aires”, una última gran muestra en la que pueda exponer todo su trabajo.

Pintura serie Superficies Julio Le Parc

Es considerado uno de los grandes representantes del arte cinético y contemporáneo. Se radicó en París en 1958 y en 1960 fundó allí el GRAV (Grupo de Investigación de Arte Visual). Desde siempre investiga el movimiento y el rol del espectador en el arte. Es internacionalmente distinguido y valorado como uno de los artistas locales más importantes del siglo XX.

Su obra fue para su momento vanguardista, innovadora y audaz porque usa elementos que sorprenden o que sugestionan la mirada. Por otra parte, busca involucrar absolutamente al público dentro de la obra recurriendo a iluminaciones artificiales, espejos, reflejos y movimientos; por ejemplo con bandas mecánicas que se mueven por dispositivos mecánicos ocultos, el fluir de líquidos fosforescentes, el movimiento de hilos de nylon. Sus esculturas en ciertos casos envuelven a los espectadores.

Por otro lado y si de homenajes se trata, en su provincia natal existe un centro cultural que lleva su nombre y apellido. Hasta tuvo su vino propio de edición limitada en 2017: el Malbec Rutini Antología Julio Le Parc. La presentación del vino fue una obra de arte en sí misma, ya que consiste en una botella espejada dentro de un estuche inspirado en las creaciones de “Desplazamientos”.

En cuanto a su actividad y en palabras del artista que siempre está creando: “Siempre digo que de todo lo que he hecho hay un pendiente. Cosas que quedaron sin hacer o que pueden dar lugar a otras soluciones. Mirando los apuntes, pienso variaciones”. Además prefiere hablar de experiencia y no de arte: "Mi obra ha sido siempre un trabajo de experimentación. Tuve siempre la actitud de experimentar con la luz, con el movimiento. Y me ha interesado siempre la respuesta de los visitantes más que de las instituciones. Las repercusiones en el público siempre me interesaron más que lo económico", dijo en una entrevista.

Pintura blanco y negro Julio Le Parc

En su universo hay color, luz, reflejos, movimiento, exploración y juego, un juego que se complementa con la participación del espectador (incluso llegó al punto de realizar encuestas abiertas al público en los museos). Según su línea de pensamiento: "Si el espectador llega con algún pesar y al salir tiene un grado aumentado de optimismo o un poco de esperanza, para mí es suficiente", manifestó a un conocido diario argentino. Realmente sus obras transmiten alegría y optimismo. Desde ya, sobran los motivos para visitar cada muestra que se presente del artista.

A sus “jóvenes años”, Julio Le Parc es energía creativa, ideas en movimiento. Porque según se cuenta en su Web oficial (adonde se lo puede conocer mejor), Julio Le Parc es investigación contínua.

Video de La Larga Marcha:


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