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"Amores prohibidos" de Florencia Canale

por Corina A.

Tapa de la portada de "Amores Prohibidos"

El año 2020 fue declarado por decreto como “el año del General Manuel Belgrano” en homenaje al prócer por partida doble: se cumplen 250 años de su nacimiento y 200 de su muerte. Es el momento perfecto para leer la novela histórico-romántica “Amores prohibidos. Las relaciones secretas de Manuel Belgrano” de Florencia Canale.


Pasiones, traiciones, conquistas, decepciones, valentía y rebeldía. Una combinación perfecta para desarrollar la trama, una reconstrucción de la vida cotidiana de este notable individuo.


Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano tal su nombre completo─ fue un héroe incomprendido, menospreciado por la tradición, con ideas adelantadas para su tiempo, a veces visionarias. Tuvo distintas facetas: además de crear la bandera nacional, participó en las Invasiones Inglesas, fue uno de los impulsores de la Revolución de Mayo, fue protagonista en las guerras por la Independencia y el Congreso de Tucumán, dirigió el Éxodo Jujeño, realizó un planteo por la igualdad de género (fue el primer promotor de la educación pública y gratuita y el primero en hablar del rol social de la mujer), entre sus muchas actuaciones.


Pero a pesar de estar ocupado en actividades legales, periodísticas, económicas, políticas, diplomáticas y militares, no dejó de destinar tiempo a cultivar relaciones amorosas. Despertaba pasiones, era adorado por las mujeres, puesto que era un hombre culto, sensible, refinado y elegante (señalado como uno de los difusores del dandismo en nuestras tierras, una moda cuyas principales características fueron el refinamiento, la preocupación por la apariencia, la atención a los detalles y el manejo natural de los buenos modales; el dandismo no era solo ropa, sino una actitud frente a la vida). Vivió amoríos tórridos con españolas, argentinas y francesas, sin embargo, fueron tres las que robaron su corazón.


Con la primera, María Josefa Ezcurra (Pepa), una jovencita de la sociedad porteña (a quien sus padres obligaron a casarse con un primo español), mantuvo una relación intensa y clandestina que no pudo hacerse pública y de la cual nació un hijo criado por Juan Manuel de Rosas recién casado con su hermana Encarnación Ezcurra.


En su paso por Europa fue una impostora la que lo enamoró: una francesa que se hacía llamar “mademoiselle” (señorita) Isabel Pichegru, a quien conoció durante su misión diplomática en Londres en donde ella se encontraba exiliada. La relación fue corta y terminó cuando él retornó a Buenos Aires. Pichegru (que según los relatos de la época era una mujer aventurera que vestía provocativamente e invocaba un heroico pasado familiar jamás comprobado) fue a visitarlo a Buenos Aires en 1817 donde se entretenía bajando a tiros con una escopeta desde su pensión a las palomas de la Catedral, ya que Belgrano se encontraba en el Congreso de Tucumán y ella decidió no ir en su búsqueda. Más tarde se volvió a Europa sin volver a verlo nunca.


Ya de adulto, tiene un nuevo romance con una joven de la burguesía tucumana, muchos años menor, Dolores Helguero. Los padres la obligaron a casarse con otro hombre, al cual ella no amaba, quien al poco tiempo la abandonó. Belgrano y su amada nunca pudieron casarse porque, a los efectos legales, Dolores seguía casada con su ex marido pero vivieron una pasión que también trajo una hija al mundo.


Nunca supo que el hijo de Rosas era suyo y apenas conoció a Mónica Manuela, su hija mujer.


Manuel Belgrano era rico cuando inició su carrera política y murió solo y muy pobre.


Esta obra es un viaje al pasado en donde lo privado sale a la luz haciéndose público, es un libro que amplía la mirada, muestra un costado poco explorado de una figura emblemática de la historia argentina.

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