“La espuma de los días” de Boris Vian
De un “pianóctel”, bailes de “biglemoi”, flores y mucho más...
“La espuma de los días” es una novela fantástica y poética, publicada en 1947, escrita por el francés Boris Vian que explora el amor, la muerte y también temas como el trabajo, la religión, la música, la literatura y la fantasía para crear una reflexión profunda sobre la condición humana.
La historia gira en torno a Colin, un hombre de fortuna que se enamora y se casa con Chloé, una mujer que enferma a causa de una planta que le crece en el cuerpo. Colin debe trabajar para conseguir “doblezones” para comprar las flores como tratamiento con el que intenta salvar a su esposa, pero su situación se vuelve cada vez más difícil. Esa opresión puede notarse por un detalle insólito, la casa donde viven se va achicando a medida que avanza la trama, a modo de metáfora.
La novela está llena de situaciones descabelladas, salpicadas de personajes extravagantes e inocentes. El autor, un ingeniero de formación con grandes conocimientos en diversas materias, llegó al punto de inventar objetos que se originaron en la invención de una palabra, como el “pianóctel” una mezcla de piano y coctelera que prepara tragos cuyo gusto representa el estado de ánimo de quien compone la pieza musical, así las bebidas obtenidas son diferentes cada vez que se ejecuta una melodía en este dispositivo.
Debido a una imaginación sin límites y riqueza, su casa tiene muchos lujos y comodidades, como un cocinero sofisticado, mobiliario y electrodomésticos tecnológicamente avanzados para la época y por si fuera poco un ratón sibarita y presumido que convive con ellos. Incluso crea una danza, el “biglemoi”, que consiste en movimientos ondulantes muy curiosos.
La historia también incluye una parodia sarcástica de su amigo el escritor Jean Paul Sartre, con quien tuvo una disputa por una mujer, más precisamente la esposa de Vian. A la traición le correspondió con una venganza, más bien una revancha.
La obra ha sido adaptada al cine en varias ocasiones. La última, dirigida por Michel Gondry en 2013, ofrece una visión diferente, es una versión más poética y "dulcificada" que el libro (por momentos muy crudo). La película está plagada de efectos especiales y tiene un tinte rotundamente surrealista. Hay una particularidad: también sigue la estructura de la novela que comienza con colores vibrantes y va oscureciéndose hacia el final, es una experiencia estética única.
Destaca por su estilo singular, que combina la fantasía con la realidad, el humor con la tragedia. Crea un mundo absurdo y bizarro, pero también lleno de ternura.
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