“La memoria de los materiales en Arthaus”
Materiales que cantan. Memoria encerrada en formas y sonidos en la era de la inteligencia artificial.
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Tarde de domingo, las calles del microcentro están prácticamente desiertas. Nos encontramos en cercanías de Plaza de Mayo. Adonde funcionaba la que fuera sede de un banco, ahora se emplaza ArtHaus, el nuevo centro de experimentación y producción cultural (Bartolomé Mitre 434 en CABA), en un edificio nuevo.
En la entrada, dando la bienvenida se halla una obra reivindicativa: “Mamá Luchona” del artista tucumano Gabriel Chaile. Es una estructura de hierro, adobe, huevos, alambre y yeso elaborada en el 2021 y es también el homenaje dedicado a las madres, entre ellas la propia, que dividen su tiempo entre trabajar y criar a sus hijos sin dejar de disfrutar y celebrar la vida, trastocando el sentido peyorativo de luchona. El cuerpo de la escultura está adornada por huevos cómo símbolos de vida y fertilidad, similares a un arsenal de municiones que pudieran ser arrojadas para atacar, con esta producción, retrata un poderoso y doloroso proceso que califica como de transformación. Se basa en una forma encontrada en la cerámica de Condorhuasi, 400 antes de Cristo, en la provincia de Catamarca, que el autor admira y describe como entre dos estados, como si estuvieran a punto de convertirse en otra cosa, esa "transformación" a la que hace referencia. Chaile también sostiene que es la madre de todas las esculturas que ha hecho. El título de la escultura proviene de una expresión utilizada en diferentes regiones de Argentina y América Latina para referirse tanto a las madres solteras que se esfuerzan por cuidar a sus hijos como, peyorativamente a las madres jóvenes que no renuncian a su derecho a los placeres y las fiestas.
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En planta baja y entrepiso se puede visitar la muestra temporaria “La memoria de los materiales”, un conjunto de esculturas sonoras, obras que los espectadores pueden tocar y escuchar así sus sonidos. Pertenecen a los creadores Andrés Aizicovich, Diego Dubatti, Sergio Lamanna, Donjo León, Hernán Soriano y Juan Sorrentino. Conforman la presentación muchos objetos o ¿“instrumentos”? curiosos, por ejemplo: palanganas agrupadas alrededor de un sillón produciendo sonidos que aparecen en distintas notas y que brindan un particular concierto. Realizados en materiales de descarte, principalmente maderas y hierro, que fueron transformados y en palabras de los curadores “en la época de las imágenes y el estallido de la inteligencia artificial, las obras de estos artistas parecen manipular un tiempo que necesita ser prensado para ser pensado”. Es un llamado de atención. Aquí se apela y revaloriza a la inteligencia humana porque afortunadamente la tecnología no puede hacer todo el trabajo por sí sola, requiere la creatividad, el ingenio, la emoción y crítica social de las personas para utilizarla de la mejor manera posible. Porque según palabras ─muy oportunas ─ del escritor argentino Cesar Aira en su obra “La utilidad del arte” (las cuales se citan en una pared formando parte de la exhibición) “el arte sigue siendo el mejor campo de práctica y experimentación de la vieja inteligencia, la que se imponía el objetivo de saber cómo funcionaban las cosas, y cómo funcionaba el mundo”.
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La memoria de los materiales-sonido
Arthaus ocupa la Planta Baja y entrepiso con salas de exposiciones y auditorio. En el 7° piso está la terraza en la que se proyecta un restaurante con áreas exteriores y vistas a Plaza de Mayo y a varias cúpulas de la ciudad y también allí se ubicará “El baptisterio de los colores” del grupo Mondongo, una instalación inmersiva que ya pudo apreciarse anteriormente en una galería de arte del barrio de La Boca; es una habitación cerrada en la cual el techo y el piso reproducen, espejados, un espectro de colores infinito formado por más de 3000 ladrillos de plastilina que representan todos los tonos posibles.
Las obras y refacciones del espacio cultural aún no terminaron, un lugar que promete…
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