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Un recorrido por el Paseo de la Historieta y el Museo del Humor

  • por Corina A.
  • 14 mar 2015
  • 3 Min. de lectura

Inodoro Pereyra

Dijo Charles Chaplin: "un día sin reír es un día perdido". Entonces, siempre es el momento oportuno para conocer y recorrer el Paseo de la Historieta que comienza en el barrio de San Telmo y culmina en el Museo del Humor (en Puerto Madero). Pero..., en primer lugar convendría definir a la historieta. En algún tiempo considerada un género menor, hoy es vista como un "medio de expresión artístico" y hasta la reconocen como una "corriente literaria" y la reivindican como el "noveno arte". Además, la historieta argentina en particular, funciona como un espacio desde donde mostrar la realidad local con sus problemas a través del humor y que hace pensar al público que se identifica con él; es testigo de su tiempo. Podemos encontrar algunos de los míticos personajes del "chiste dibujado" empezando por Chile y Defensa, adonde está emplazada la escultura de Mafalda, la más conocida y requerida por el público -para sacarse una foto junto a ella y sus amigos Susanita y Miguelito hay media cuadra de cola-. Aquella nena preguntona, cuestionadora y feminista es adorada por varias generaciones. Este personaje de Quino recorrió el mundo entero. Según el humorista Sendra los inventos argentinos se componen de: birome, colectivo, dulce de leche y el cuarto invento es Mafalda. Luego sigue Isidoro Cañones (en Balcarce y Chile), de Dante Quinterno, auténtico playboy, es el diseño del "porteño chanta" a la perfección. La esquina dedicada a García Ferré -Balcarce y México- tiene las esculturas de Larguirucho, bueno y despistado y de Superhijitus, el niño superhéroe y asimismo hay murales con otras de sus creaciones. Un personaje de la actualidad es Matías, ubicado en Balcarce entre México y Venezuela, niño travieso y curioso que pertenece a Sendra. También en Balcarce y Venezuela aparece Don Fulgencio, "el hombre que no tuvo infancia", de Lino Palacios, nació en los años ´20 y representa a nuestro niño interior. No falta el futbolero Clemente que es un ejemplo de la viveza criolla y es de Caloi. Está en Balcarce entre Venezuela y Belgrano.

La sensualidad y femineidad de la mujer argentina tiene sus exponentes -exageradas- con las Chicas Divito en Balcarce y Belgrano; curvilíneas, de cintura de avispa, caderas y busto gigantes y pies diminutos, son la más famosa obra de Divito. Ya en la Plaza Agustín P. Justo, en Paseo Colón y Av. Belgrano, encontramos tanto a Patoruzú, de Quinterno, el último cacique tehuelche con la nobleza del hombre de campo, como a su versión infantil: Paturuzito junto a la de Isidoro: Isidorito.

Gaturro, de Nik, es una mascota ingeniosa e imaginativa, tiene su escultura en Azopardo y Belgrano. Una curiosidad de esa esquina es que hasta los semáforos tienen su imagen. Durante el trayecto en San Telmo no sólo hay esculturas, sino que abundan murales de Landrú, Fontanarrosa y Garaycochea entre otros. Continuando en Puerto Madero, se puede observar a Don Nicola (simpático dueño de un conventillo que resuelve los problemas absurdos de sus inquilinos) en Alicia Moreau de Justo y Azucena Villaflor, y a Negrazón y Chaveta (dos amigos cordobeses que mantienen diálogos delirantes arriba de su moto), en Juana Manso y Marta Linch. En el Parque Mujeres Argentinas están Diógenes y el Linyera (Marta Linch al 400), un vagabundo y su perro, ambos reflexivos e Inodoro Pereyra con Mendieta, de Fontanarrosa, un gaucho solitario de mal genio acompañado siempre de su perro Mendieta.

También en el parque, en Marta Linch al 700, habitan Langostino y Corina, un marinero de hablar filosófico que navega en su lancha Corina. Finalmente, en la entrada del Museo del Humor -Av. de los Italianos 851- nos recibe la Jirafa de Mordillo, un colorido personaje mudo. El edificio del museo albergaba a la ex cervecería Munich, inaugurada en 1927. Allí se expone una muestra permanente acerca de la Historia del Humor Gráfico y sus personajes con material desde los primeros años del siglo XIX hasta nuestros días, y una temporaria: Vacaciones con Matías, conformada por una selección de historietas, esculturas y objetos dedicados a este querido personaje de Sendra. En el microcine se exhiben cortos de Mafalda.

En definitiva, la historieta puede representar la historia dibujada de un pueblo, es clara y directa, se las ingenia para decir algo sin que los que no saben leer entre líneas se den cuenta -aún en épocas de censura-. La nuestra es realista, politizada y popular. Valga la visita en familia, cámara incluída, de este circuito nostálgico para entrar en un mundo de ilusión y ver la vida con humor...

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