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“Klara y el sol” de Kazuo Ishiguro

por Corina A.


"Klara y el sol" portada del libro

Cotidianamente interactuamos con la tecnología y los robots forman parte de este desarrollo tecnológico que alcanza la fabricación industrial, el transporte, las comunicaciones y la medicina, con gran precisión en las tareas, ahorrándonos mucho esfuerzo físico y tiempo.


Diversos estudios vaticinan que dentro de unos pocos años ocuparán buena parte de los puestos de trabajo que hoy son desempeñados por humanos, no solo acciones mecánicas y repetitivas sino más complejas y abstractas gracias a los avances de la inteligencia artificial. A su vez, la interacción entre las máquinas y la gente es cada día mayor.


Un ejemplo lo vemos en un robot niñera que está disponible a la venta en China. Tiene la capacidad de hablar para relacionarse y puede realizar movimientos parecidos a los que hace una persona. Además, cuenta con la última tecnología de comprensión del lenguaje natural, de diversos sentimientos y emociones y dispone de aprendizaje automático para recordar los gustos e intereses de los chicos. Por otra parte, ofrece una gran cantidad de juegos, tiene recursos para responder adecuadamente a las preguntas que les formulen y se pueden instalar aplicaciones Android. También puede funcionar como un monitor para controlarlos cuando los padres no están.


En el mismo sentido, ya existen los animales domésticos robots o mascotas sociales capaces de reconocer, interpretar, procesar y estimular las emociones humanas y de expresar las suyas.


Por si fuera poco, la Real Academia Española verificará que los robots hablen bien español y les darán un certificado del buen uso del idioma, la institución pretende que los robots parlantes manejen con solvencia nuestra lengua y que puedan traducirla con exactitud.


Así están las cosas acerca de los progresos de la robótica y la inteligencia artificial, y esto se relaciona con la trama de “Klara y el sol”, una novela de ciencia ficción del novelista británico de origen japonés, Kazuo Ishiguro, (Premio Nobel de Literatura 2017), aunque tiene una vuelta de tuerca.


Klara lleva el relato de su historia y nos permite adentrarnos en su mundo. Es una AA: amiga artificial, que cuida y acompaña a una adolescente que está muy sola, no es una mascota pero tampoco forma parte de la familia. Es un robot muy especial que además de contar con numerosas funciones desarrolla consciencia, es capaz de comprender y de aprender, de tomar sus propias decisiones y que también experimenta emociones, tiene sentimientos, empatía y recuerdos. Es inocente, esperanzada, es capaz de sacrificarse literalmente por su “dueña” a quien “quiere” y a cualquier costo. Incluso entabla una extraña relación con el sol, le pide ayuda y le hace promesas en una forma de cierta “religiosidad”.


El libro se enfoca en el amor infinito y perdurable. Se cuestiona el poder y la ética de la inteligencia artificial, de la manipulación genética y el final de la vida útil.


En síntesis, en una realidad que se parece bastante a la actual hace una reflexión profunda acerca del género humano, de los dilemas morales a los que nos enfrentaremos en el futuro y deja lugar a muchas preguntas. Porque la era de las niñeras artificiales recién está comenzando y se desconoce cuál será el resultado.


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